Doña Fulanita y Doña Inteligencia. El baile de los conceptos jurídicos indeterminados.

¡Hola a todos! ¡No os penséis que os abandonamos, queridos! Ha habido diferentes cambios, tanto en la vida de Clara como en la mía, pero ¡aquí estamos de nuevo! ¡¡Dándolo todo!!

Quienes me conocen, saben que actualmente estoy viviendo en Madrid (desde hace muy poquito), y que mi deseo es volver – locamente – al mundo del Derecho Penal, y eso estoy intentando ya instalada en Madrid, perseguir mi sueño.

Es inevitable – ahora que estoy decidida a volver a MI rama del Derecho – pensar en los primeros asuntos que “llevé”, en cómo llevé los últimos, lo que aprendí de todos ellos y en cómo resolveré los nuevos retos, que estoy segura, llegarán pronto.

Así las cosas, pensando en mi nueva etapa en Madrid, me he acordado de mis inicios en esta profesión tan bonita y a la vez, tan sufrida, y me ha venido a la cabeza el asunto de Doña Fulanita. ¡Madre mía que asunto!

Llevaba poco tiempo salida del horno y apareció ella, Doña Fulanita. Con ella llegó una denuncia por estafa y los autos decían poco más que la típica estafa de la “estampita”, diferenciándose de ella en algunos elementos; para que os hagáis a la idea: cambiamos la estampita por un billete de lotería – falso, sobra decirlo – que la estafadora – Doña Fulanita – no puede cobrar por ser mayor y fallarle la vista, y añadimos a la coctelera la cesión en depósito por parte de una ciudadana extraña, Doña Inteligencia, de unas joyas. De esta manera, Doña Inteligencia conserva el billete de lotería, pudiendo ir ella a cobrarlo, y “aguardando” la anciana y despavorida – Doña Fulanita – con las joyas a únicamente dos manzanas del lugar de cobro del billete de lotería, joyas solicitadas por parte de la pobre Doña Fulanita a Doña Inteligencia a modo de depósito y en garantía de que quien cobraba el billete – Doña Inteligencia – volvería con el premio.

¿Y que pasó?

(tambores tamborileando a un ritmo de máxima intriga)

 

¿Cómo es posible? ¡¡¡¡¡¡¡El billete de lotería es falso y Doña Fulanita que tenía las joyas en un real y sincero depósito a dos manzanas del lugar de cobro, ha desaparecido!!!!!!!

 

Ahora pienso: ¿No me digas? (ironía). Sin embargo, en aquel entonces, en mis inicios más vírgenes pensaba: ¿¡QUÉ ME DICES!? ¡¡Doña Fulanita tiene que ser inocente, no es posible!!

[…]

Un aplauso a los conceptos jurídicos indeterminados, por favor. Gracias. En cuanto cotilleamos el código, su artículo 248 y siguientes, establece que para que exista estafa debe existir un “engaño BASTANTE para producir error en otro”. Ahí tenemos la solución, pura estrategia, del todo lógica por otro lado. Lucharíamos para que Doña Fulanita resultara inocente, pues era Doña Inteligencia quien “había picado” un anzuelo digno de haber sido descubierto en menos que canta un gallo.

Aunque no hay que perder el Norte, señores, pues como os comentaba en otra de mis entradas, prisma, todo depende del interés con que te toque llevar la toga y con el que tengas que hacer sonar tus tacones. Y mi interés era Doña Fulanita y ese BASTANTE que nos llevó, por un tiempo, a triunfar en nuestro planteamiento.

 

“Si a cada uno se le diese su merecido ¿Qué hombre podría escapar del látigo?”.- William Shakespeare.

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