Doña Fulanita, ¿cómo has podido?

No os podía dejar con la miel en los labios, tenía que resolver el grandioso misterio de Doña Fulanita en su baile con Doña Inteligencia, danzando al son de los conceptos jurídicos indeterminados.

Como os comentaba en la anterior entrada, todo iba viento en popa a toda vela con Doña Fulanita y su engaño no-bastante, pues cualquier persona en su sano juicio y con un mínimo de perspicacia, hubiera actuado de forma completamente opuesta a Doña Inteligencia.

Así pues, teniendo ese BASTANTE como líder en el planteamiento de la defensa de Doña Fulanita, nos pusimos en contacto con la misma para “preparar” lo que en un principio iba a ser un juicio muy sencillo.

Sin embargo, en un repaso previo de los Autos…¡¡¡¡AAAARRRRRGHH!!!! Se nos había pasado!!! Doña Fulanita contaba con más de 18 antecedentes por ES-TA-FA!!!!!

La conversación del día siguiente fue como sigue:

  • Hola Doña Fulanita.
  • Hola Doctora.
  • Sabe que nosotros, los abogados, estamos para defender sus intereses y que, cuanta más información real tengamos del caso, mejor estrategia podremos plantear, ¿verdad?
  • Si.
  • Ahá. Mmm…no nos había comentado Ud. que tenía 18 antecedentes por estafa en los últimos 3 años.

 

(Tambores tamborileando a un ritmo máximo de intriga – más que en la anterior entrada, si cabe)

 

  • Ahhhh, si!! Eso!!! DEBO PARECERME MUCHO A ALGUIEN (olé tu), Doctora. Debo tener un parecido asombroso con una delincuente!!

 

Y lo mejor de todo, mis pensamientos en aquel momento:

  • ¡¡¡¡¡NO ES POSIBLE!!!!!! ¡¡¡¡PO-BRE DOÑA FULANITA!!!!!!!! Pues si que es verdad que en las fotografías de la rueda de reconocimiento en Autos se parece bastante, qué MA-LA SUER-TE!!!

 

Es curioso, cuando le pedimos a Doña Fulanita que trajera todos los documentos relativos a los otros 18 procedimientos, accedió. Pero la pobre debió perder el teléfono y la memoria, porque no pudimos hablar con ella por teléfono y tampoco volvió al despacho.

¿CÓMO PODÍA SER TAN INGENUA? Sales de la universidad con unas ganas locas de ayudar a toda costa, como si fueras con una venda en los ojos y, a medida que pasa el tiempo, te das cuenta de que lo que haces es proteger los intereses de una de las partes del procedimiento. A la larga, ayudar y proteger intereses son conceptos que distan mucho uno del otro.

No os puedo explicar el final de la historia, porque no lo se. No obstante, gracias a Doña Fulanita, empezó a desaparecer mi ingenuidad profesional, y entendí que muchas veces, no trabajamos con todas las herramientas, por mucho que llevemos una toga planchada y unos tacones nuevos; los clientes, como Doña Fulanita, pueden hacer que entremos en Sala llevando una toga mas bien arrugada y unos tacones desgastados, depende de ellos.

 

«Los pleitos no durarían tanto si la culpa no estuviese más que en una de las partes» – François de la Rochefoucauld

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